Un pastel a media mañana, miles de pensamientos revoloteando en mi cabeza, y la mayoría del tiempo no sé cómo aterrizar tantas ideas. No sé cómo cumplir todas las metas que tengo pendientes. A veces, simplemente, no sé…
Y sí, me lleno de ansiedad, me desespero, me comparo. Inevitablemente, llegan los debería a mi cabeza. A veces son tan falsos, porque, siendo honesta conmigo, hay demasiadas cosas que no me interesa hacer. No quiero hacer lo que hacen los demás.
Y es que, cuando me lleno de ansiedad, me gusta recordarme que la mayoría de las cosas no están bajo mi control. El tiempo en el que deben suceder determinadas situaciones no lo manejo yo. Yo puedo mover el mundo entero y, cuando simplemente no es el momento, pues no sucede. Todo tiene su momento, y no es simplemente una frase cursi: es una realidad. Por mucho que fuerces, por mucho que intentes, todo sucede cuando toca.
No voy tarde a ningún sitio. No hay nada que sea para mí que no vaya a suceder. Prefiero estar en paz con la confianza de que lo estoy intentando, aunque el resultado no lo controle. Me gusta más soltar las expectativas, sentirme completa —al menos cuando los malos pensamientos no me invaden— y saber que lo que es para mí no se quita, no se mueve, y siempre termina llegando. A su vez, todo lo que cumplió su ciclo y no va a aportarme nada bueno, se irá.
Me gusta saber que, poco a poco, he construido mi caminito. El resto no lo ve, y no me interesa. Afuera no ven los sueños que hay en mi corazón o las metas que quiero cumplir. Siempre respeto a los demás y su forma de vivir, pues no hay tanto protocolo: si eres feliz, si estás haciendo lo que te llena o al menos estás intentando irte por ese camino, creo que ya lo estás cumpliendo. Y siempre me alegraré, porque elegiste ser valiente, porque te dejaste llevar por esa voz que constantemente murmura en tu corazón.
Vivir aferrada a obsesiones, resultados o métricas me ha dañado mucho; me ha hecho sentir insuficiente tantas veces.
He trabajado en hacer las paces con que hay muchas cosas que deseo y que, en verdad, no me harían tan feliz como creo. Y no se trata de dejar de intentarlo, pero al menos hacerlo por el placer: el placer de crear y de ser. Ya no se trata de lograr, va más allá.
Va de disfrutarme la vida que está ocurriendo aquí y ahora, de enamorarme del proceso, de llenarme de certeza.
Porque a veces no se trata de hacer más, sino de la intención y el hecho de creer en lo que estás haciendo.
Y sí, todo llega. Hasta ese sueño que tan lejano o imposible vemos, se termina haciendo realidad.
Así que exageremos al soñar, transitemos con pasitos y con confianza.
Todo llega. <3
Te comparto mi vista de hoy, espero que estés siendo muy feliz y que sepas reconocer las bendiciones que ya tienes en tu vida.
Un abrazo gigante. 🤍
Me encantó lo que escribiste y me identifico con cada parte.
Gracias 🧡